En todas las presentaciones de mis
novelas, el tema de la documentación siempre ha estado presente. En las de El
destino también juega no ha sido menos, así que se me ha ocurrido hacer esta
entrada para que veáis cómo fue el proceso.
Desde el momento en que Gastón y
Émilie me contaron que su historia transcurría por la Via Podiensis, en el
Camino de Santiago, me di cuenta, puesto que aún no he ido por esa parte de
Francia, de que necesitaba documentarme a fondo.
Al principio, como siempre, tiré de
Internet. Pasé horas y horas mirando fotografías de las zonas por donde pasa
esa ruta.
Tuve la suerte de encontrar varias
páginas que hablaban de la Via Podiensis y, lo que era aún mejor, donde muchos
peregrinos que la habían recorrido a pie o en bicicleta, relataban sus
impresiones. Nadie mejor que ellos para hacerte “ver” los paisajes, el
cansancio, el dolor de pies, las ampollas, la lluvia, el sol… Sin sus vivencias
las descripciones en mi novela no habrían sido las mismas.
Después encontré las distancias
entre los pueblos y ciudades por donde pasa. Como estaban en kilómetros y en la
época en que transcurre la historia aún no se había implantado el Sistema
Métrico Decimal, las trasladé a leguas. Mi calculadora echaba humo.
Pero ante mí tenía un paisaje
plano, salpicado por alguna que otra loma, gracias a los relatos de los
peregrinos. ¡No era suficiente!
Busqué, entonces, los perfiles de
las etapas (como los de la Vuelta ciclista) y tuve la gran suerte de hallarlos.
Eso me facilitó mucho las cosas. Ahora, no solo tenía las distancias, también
la orografía. Iba por buen camino.
Lo siguiente era buscar información
sobre los lugares por donde pasaban. Su historia, sus monumentos (que estuvieran
en esa época, claro), su paisaje, su gastronomía, sus gentes.
Preparar un calendario lunar de los
meses en los que se desarrolla la novela. Es que soy muy tiquismiquis con las
fases de la luna, lo siento ;)
Y aún hay más, mucho más, pero creo
que ya os hacéis a la idea.
Quizá, después de leer esto, os
parezca que el trabajo de documentación es aburrido, lioso o, directamente, un
rollo, para mí no lo es. Es divertido, esclarecedor, adictivo…
Algo necesario para que la historia
resulte creíble y para que sea más fácil zambullirse en esos lugares, en esa
época.
Y si habéis llegado leyendo hasta
aquí, es que sois tan curiosos como yo.
Un beso enorme,